sábado, 30 de junio de 2007

Cuaderno de bitácora













Ayer hubo sorpresa, sobre las 15:00 de la tarde vino mi primo a buscarme para salir bucear. Nada más llegar le ví esa sonrisa de cabroncete tan común en nuestra familia, me miro y la pregunta fue obligada:
-“¿A dónde vamos hoy?"
Por respuesta solo recibí un aviso de que o montaba rápido en el coche o me quedaba en tierra. Arranco y nos pusimos en camino buscando el mar sin saber yo aún donde me llevaba. Por el camino unas risas y las consabidas fotos de sus últimas capturas, que si te tenías que haber venido, que si no veas que bicho más grande,… yo tengo que estudiar, la oposición se acerca y cada vez me puedo tomar menos licencias.
Al llegar a la rampa y tras tirar la barca al agua veo como saca un papelito de su bolsillo con unas coordenadas, las introduce en el gps y mira alrededor como si fuera un secreto de estado, tras decidir que no puede tirarlo a la basura por si alguien lo viera decide volver a guardárselo en el bolsillo.

Por fin me dice donde vamos, es un bajo que no conozco… no pinta mal la cosa. Ya en la barca me va informando de las características del lugar y lo primero que me dice no me gusta un pelo, profundidad mínima 16 metros.
Tras ese comentario le respondo que conozco algunas sitios interesantes por el lugar (es mi forma de decir que necesito abrir pulmones) y que no estaría mal echarles un vistazo antes de ir. Así que de primeras vamos a ver unas piedras sueltas y tras comprobar que no hay ni un vivo en la zona ponemos rumbo al bajo.

El mar esta transparente, la visibilidad ronda los 18 metros y el bajo se dibuja imponente tras la columna de agua. Lo primero que me viene a la cabeza es,…si yo los veo ellos me ven, demasiada claridad. La primera bajada es de rigor, mi primo me ha llevado al sitio luego es suya. Desde arriba lo observo, baja a 18 metros y suavemente se desliza por el fondo buscando el resguardo de una roca, a esa profundidad su silueta es imperceptible y solo pequeños movimientos delatan su posición. Comienza el ascenso y al llegar arriba me informa,…están ahí pero no son muy grandes. Decido bajar yo esta vez pero probando otra dirección, bajo a 18 me pego al suelo y me acerco a un saliente cercano para poder mirar agazapado lo que hay al otro lado. Una nube de pececillos es todo lo que veo en el horizonte, me relajo es el momento de esperar. El tiempo se acaba hay que subir, comienza el ascenso… ahí están, a medio camino de la superficie consigo distinguir un banco grande, de unos 30 ejemplares y alguno rondando los 4-5 kg., me ven y se alejan.
Le comunico a mi primo la nueva información, cambio de planes, se están yendo más profundos.
Tras la siguiente bajada me dice que no están.

Me toca a mi, bajada a 22, aprovecho el relieve del fondo para avanzar unos metros y posicionarme mejor, lento pero seguro me asomo y un banco de corvinas viene hacia mi intrigado por ese ser oscuro que las mira desde la sombra. Me rodean y mi mente vuela con ellas, concentración, no he venido a eso. Ahí están a 10 metros de mi jugando al gato y al ratón, se acercan, se van, ya están a tiro los pequeños, concentración, no he venido a eso. Avanza un buen ejemplar le calculo 2.5 kg., me quedan 5 segundos para ascender, avanza, avanza, es mío. Empiezo la subida y lo voy despegando del suelo pero sus arranques hacen que me frene en el ascenso, tengo que abrir carrete para poder subir y veo como se aleja hacia unas rocas más allá de los 30m. Una vez en superficie observo como el hilo del carrete esta tenso y se pierde en la profundidad, debe de estar a más de 30m escondido en alguna grieta y unido a mi por las dos aletas de mi varilla.
Desaparece la tensión, se ha soltado. Subo a la barca, es el momento de descansar, de pensar que he hecho mal, de mejorar.
Mi primo mientras tanto realiza un par de bajadas más seguido atentamente por mí desde la barca, se han ido.

Vuelvo al agua, relajo todo mi cuerpo, las pulsaciones bajan a 40, respiro profundo y despacio, última bocanada, empiezo a bajar, todo mi cuerpo esta concentrado en ahorrar oxigeno, llego a 15 metros y me dejo caer hacia el fondo sin aleteo alguno, caigo y me poso en 24. He cruzado la barrera de la termoclina, es suave y su frescor me alivia ligeramente, a mi izquierda un pulpo me recibe mirándome desde su escondite, concentración, no he venido a eso. Aparecen los sargos, son buenos ejemplares, rondando el kilo, no consigo encontrar nada donde ocultarme así que literalmente me pego al suelo parapetándome tras mi propia mano.
Aparecen, solo son tres pero no muy grandes, algo me dice que debo ahorrar energía y elijo el mejor ejemplar, es mío.
Vuelvo a subir a la barca, mi primo también tiene uno, es el momento de irse y dejarlos confiarse ya volveremos más tarde.

Cambiamos de zona, bajadas a 10 metros, los pulpos abundan y se escurren entre las piedras al verte. Tras una hora, vemos como el sol empieza su descenso en el horizonte, es la señal, volvemos al bajo, hemos repuesto fuerzas.
La cosa no va a ser tan fácil ahora, por la zona faenan algunos barcos y lo primero es decirles que no se acerquen. Marcamos con dos boyas y la barca nuestro perímetro, será suficiente.

Este es el momento que llevo esperando todo el día, se exactamente lo que voy a hacer, esta es la bajada, nada puede fallar. Con la mano izquierda me cojo a mi boya, cierro los ojos, me dejo flotar, respiro despacio, casi no noto los latidos, estoy preparado. Me separo de ella y lentamente me preparo para bajar, inspiro, expiro, inspiro, expiro, inspiro…. Voy a cayendo. Me poso en 25 tras una pequeña roca, se que mi tiempo es limitado así que relajo todo mi cuerpo y miro hacia el infinito,…. ahí esta, es majestuoso, debe de pesar alrededor de 5 kilos y se pasea fuera de mi zona de disparo. En ese momento es cuando yo pongo la sonrisa de cabroncete, sé a lo que juegas, enhorabuena, esta vez has ganado tú.

Vuelvo a la barca, para mi ya ha terminado el día, la sensación que andaba buscando ya ha llegado, ese dentón va a seguir jugando en mi cabeza los próximos años y podré con solo cerrar los ojos volver a verlo pasar una y otra vez.
Por compañerismo, vuelvo al agua y sigo las evoluciones de mi primo, bajadas a 16m es lo que me permito y algunas doradas hacen acto de presencia.
Cambiamos de zona, Poseidón nos cerró sus puertas.

Encontramos un bolo que nos ha dado alegrías más allá, paramos a echarle un vistazo, el agua esta algo movida y la visibilidad se ha reducido a 14 metros. Voy directo a ver una de mis piedras, en seguida aparecen los dentones, son pequeños y confiados, vais a tener suerte, no he venido a eso.
Veo vida en una de las piedras, en el lateral se dibuja una grieta de buen tamaño y los sargos entran a ocultarse. Aprovecho el relieve y voy zigzagueando por el fondo hasta llegar hasta ella, me asomo, está vacía. Los sargos han utilizado otra salida para huir. Cambio de estrategia, me introduzco en la grieta y espero dentro, en su sombra, observando a su través lo que hay fuera. Un mero aparece, me ha sentido pero no me ve, sabe que hay peligro y su primera reacción es ocultarse lo más rápidamente posible en la piedra mas cercana,… es la mía.
Vuelvo a casa tras 6 horas en el agua, el cuerpo me pide descanso.



Ha sido un día intenso de sensaciones pero el mar lo envuelve todo, purifica mis entrañas y libera mi mente.

miércoles, 27 de junio de 2007

Esperandote













Te veo
Me rondas por las noches
Apareces en mis sueños más húmedos
No cesas en tu vaivén arrítmico

De lo más profundo
Surgiendo de la nada
Perdiéndote en la sombra

No temas
Ven a mi
Acércate hasta donde tú y yo seamos uno

Tu cuerpo me enloquece
Tú tienes la palabra
Yo solo tomo lo que tú me das

Todo acaba
El tiempo nos separa
No hay adiós
Volverás a mí.