jueves, 20 de mayo de 2010

Un buen día.

Buenas sensaciones, mar cristalino, estrenando traje y con los pulmones abiertos por la salida de ayer, el día no se podía presentar mejor así que fuimos a buscar a nuestros amigos. El lugar de sobra conocido, el sol estaba en su cenit y aunque al llegar encontramos algo de oleaje sorprendentemente apenas había corriente, aun así fondeamos dos boyas para que nos sirvieran de referencia y como zona de descanso entre bajadas. Primera bajada se la concedo a mi primo Dani, así mientras voy relajando, baja a 17 y al subir me dice que ha visto un bolo de dentones fuera de disparo, mientras me indica la dirección por el rabillo del ojo veo movimiento… No me lo puedo creer, ¿Eso que salta es un pez espada?


















Automáticamente recojo el fondeo de mi boya y lo amarro directamente al fuste del fusil, mil ideas pasan por mi cabeza a la vez,..Me voy a quedar sin fusil, me voy a convertir en un pincho moruno, el esquí acuático no es de mis deportes favoritos,… pero sin embargo mis piernas no dejan de aletear buscando una silueta majestuosa. Estoy llegando a la zona donde lo he visto saltar, me acuerdo de Billy y de los consejos que me dio no hace mucho sobre que se debe hacer en estos casos. Casi no me muevo, el fusil pegado al cuerpo, atento a cada movimiento extraño, imaginando como se acerca a mi confiado y como estiro la mano lentamente hasta realizar un disparo perfecto.
Tras media hora esperando el momento comprendo que el pez ahora debe de estar a kilómetros y que ni tan siquiera he realizado la primera bajada.













Me vuelvo a acercar donde se encontraba mi primo y me informa de que hay bastantes dentones y algunos incluso de 3-4 Kg. pero que se empeñan en mantener las distancias. Lo malo ahora es que si antes estaban en 17 ahora se han ido a cotas más profundas así que pruebo una primera bajada a 18 para comprobar como están de juguetones. En 18 ni aparecen, así que saco el pulmón de reserva que me regalo Eva en el curso y empiezo a relajar cogido a la boya. Tras unos minutos ya estoy listo, relajación total, pulsaciones al mínimo y para abajo. Caigo en 23 en un escalón que me deja totalmente al descubierto, no se donde esconderme así que me pego al fondo como una lapa “intentando” pasar desapercibido. Dentones por todos lados, grandes y pequeños y alguna dorada esquiva me rodean pero ninguno se digna a quitarse el sombrero y saludarme. Es difícil en muchos momentos no ponerse nervioso y que el pulso se acelere, hay un desfile militar justo delante mía pero no me dejan participar.
Cada vez me encuentro mejor, se que en la siguiente bajada una sombra se va a acercar a mi desafiante y se va a venir conmigo a casa. Mi primo me susurra, baja que es la ultima, hoy tengo prisa. Todo o nada, me relajo durante unos minutos y empiezo a caer, enseguida encuentro el escalón a 23 metros pero esta vez decido pasarme justo debajo para ganar unos metros de posición, enseguida aparece el batallón, me rodean y veo generales, sargentos y capitanes todos con sus medallas y sus trajes de gala, lamentablemente no les dieron los galones por ir a la guerra sino por mandar primero a los soldados y uno de ellos se viene conmigo.








Día de grandes recuerdos e imágenes que no paran de dar vueltas en mi cabeza, voy a por ti General se que me estarás esperando.